jueves, 14 de marzo de 2013

ARTÍCULO SOBRE DERRAME # 8 EN LATITUDES PERUANAS.


Derrame llega a mí, atravesando caminos sinuosos en la historia y en la anécdota maravillosa de ser eternos.
Y esas páginas eternas duermen suspendidas sobre la llaga del mundo y sobre la mía personal, alguna de ellas cuya ostra dorada imantada desprende su luz abrasadora en el agua ignota del poema.
Este que hoy escribo.
Estos que siempre escribiré para ver el amanecer frente a mí; latiendo gestualmente en sus colores que penetran en mi piel.
La piel del poema.
La piel de este libro en mis manos, donde su sabiduría nos dice que ella deberá ser el porvenir del mundo.
La surrealidad aplicada y aplicándose como deber imperecedero en la lucha para llegar a  la libertad integral, porque solo así el ser humano se supera, tras esa puerta sólo entran algunos, y esos algunos que sean todos, para al fin volcarnos en el lodo espacial de las estrellas de nuestro mas íntimo misterio, y hacer de ello el puente que nos conduzca entre las letras de Derrame.
Como danzando entre artilugios, veo diluirse todas las fronteras dentro, entre página y página, como arena se deshace sobre mis pies, y mi mano alcanza a tocar el centro de Derrame, donde renace y se alza para encender la mente que juega y ríe porque todos somos poesía.
Con estas consignas del supremo Dios surrealista, que es saber que estamos vivos, el vértigo y el peligro de ese excitante viaje através de las montañas de lo que aparece frente a uno inesperadamente porque viajamos en sus páginas y en la vida descubriendo, redescubriendo lo que otros ya dictaminaron como inamovible y conocido.
Nos lanzamos a lo desconocido, porque allí nos identificamos con nuestro enigma, sin moral que dictamine, sólo lo bello de sus páginas danzantes de imágenes superpobladas de imaginación fecunda y arbitraria.
 El homenaje al surrealismo es el homenaje a nosotros mismos, porque en el presente incitamos con furia al despertar de la conciencia poética y creadora que todos llevamos con nosotros. La incitamos en oposición a lo que comúnmente incita la sistematización espeluznante, que no deja ver lo maravilloso que nos rodea, por que ese no es negocio para los carniceros que matan el mundo.
El homenaje a Cruzeiro Seixas es el signo de la volcadura que el mundo de hoy vive, del despertar de ciertas conciencias, que me permito conocer y me lo permiten con los brazos abiertos desde la otra orilla del mar o al sur nuestro.
Cierro el libro Derrame para soñar que no es un libro sino nuestro destino. Y me cierro a la idea que causa en mí mayor conmoción, la idea de que el surrealismo volverá y vuelva a enseñarlos el camino de regreso que un día perdimos el rastro hacia nuestro propio ser, el que no tiene nombre ni título ni número ni ruta conocida, mas que los caminos a donde conduce la experiencia pura y ardiente del conocimiento de nuestra subjetividad. Vuelve y lo veo, y tomo con mi mano como un pájaro ardiente y mental ese despertar que en mí causó,  levantarme con sus consignas frente al destino impuesto, frente la circunstancia, frente a la realidad, frente a la locura.
Levanto su luz, que proviene de las cavernas lumínicas de todos los que me  precedieron como surrealistas, de la poesía que esta en todos lados. Tomo y levanto. Tomo y respiro su caudal  imperecedero, sus aguas diáfanas, su esplendor, su amor al mundo.
Nos toca crear el camino que nos conduzca sin fin a la revolución de nuestro propio cosmos, para sanar el mundo de la herida que proporciona cuando se está lejos, perdidos, constreñidos de tanto olvido de no escuchar nuestra música, propia y disonante, en que se sumergen los ecos sulfúricos de nuestro magma, de nuestro aire, de nuestro cuerpo, de nuestra camino interno.
Derrame habla y yo hablo a través de él, el aliento lo escucho y su sangre; la tinta que sella y perfora mis sueños y delirios, es la misma  tinta de éste escrito.

Verónica Cabanillas.

14 de marzo del 2013.

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