Franklin Rosemont
Nacido en Chicago (Estados Unidos de América, 1943 - 12 de abril 2009). Surrealista desde 1962, el año en que se encuentra y conoce a Eugenio Granell y C. Tarnaud en Nueva York, se encuentra a sí mismo con Breton y sus amigos en el grupo de París, al que visitó en 1966 durante varios meses. Ese mismo año, Franklin y su esposa Penélope, formaron en Chicago un grupo organizado de surrealistas en Estados Unidos, a los que se une más tarde Lamantia y Ph. G. Kamrowsky (veteranos de la revista VVV), y los poetas y pintores, tales como P. Young Garon, J. Jablonski, J. Koslofsky, J. K. Bogartte y muchos otros. Creando extensiones en otras ciudades estadounidenses como San Francisco y dando el apoyo a otros grupos internacionales. En 1978 fundó la revista “Arsenal” que recibe la mayoría de la colaboración desde el extranjero. El grupo llegó a ser muy activao a través de su revista y publicó más de cien de los manifiestos y otras declaraciones públicas solidarias, así como exposiciones y decenas de libros (Cisne Negro Press, ediciones Charles H. Kerr, dela Universidad
de Texas, etc.) Siendo una revista muy activa en 1976, F . Rosemont organiza
ese año la sede de la Exposición Internacional Surrealista titulada Marvellous Freedom – Vigilance
of Desire que reúne a 150
participantes en representación de 31 países, un panorama sin precedentes del
surrealismo vivo. Rosemont es también un activista político, e incluso con su
grupo de amigos de Chicago, desempeñaron un papel clave en la organización de
manifestaciones contra el racismo, el antisemitismo y el neonazismo
(especialmente virulenta en la región de América). Es gracias a su acción, de
acuerdo a G. Ducornet, que el surrealismo en los EE.UU. encontró sus exigencias
morales y políticas de largo alcance, y un lugar destacado en la renovación del
pensamiento revolucionario. Colaboró
en la “Surrealist Insurrection »,
l'Archibras, Bul. Enlace Surréaliste, Phases, Infosurr, etc .... Sus
diseños, con contornos bien definidos, en tinta negra son simbólicos,
ornamentales y neo-primitivo, no exentas de humor y sentido de la provocación.
Fallece en Chicago un día 12 de Abril del 2009.
Nacido en Chicago (Estados Unidos de América, 1943 - 12 de abril 2009). Surrealista desde 1962, el año en que se encuentra y conoce a Eugenio Granell y C. Tarnaud en Nueva York, se encuentra a sí mismo con Breton y sus amigos en el grupo de París, al que visitó en 1966 durante varios meses. Ese mismo año, Franklin y su esposa Penélope, formaron en Chicago un grupo organizado de surrealistas en Estados Unidos, a los que se une más tarde Lamantia y Ph. G. Kamrowsky (veteranos de la revista VVV), y los poetas y pintores, tales como P. Young Garon, J. Jablonski, J. Koslofsky, J. K. Bogartte y muchos otros. Creando extensiones en otras ciudades estadounidenses como San Francisco y dando el apoyo a otros grupos internacionales. En 1978 fundó la revista “Arsenal” que recibe la mayoría de la colaboración desde el extranjero. El grupo llegó a ser muy activao a través de su revista y publicó más de cien de los manifiestos y otras declaraciones públicas solidarias, así como exposiciones y decenas de libros (Cisne Negro Press, ediciones Charles H. Kerr, de
Tiempo de Signos
Prefacio a los estudios Ducassianos.
La crítica de Lautréamont no es sólo profética sino
axiomática. Para vivir peligrosamente uno debe pensar peligrosamente -- si no,
uno no puede dejar de sufrir la asimilación inevitable, el porvenir patético de
detectives privados, y aventureros profesionales: tarde o temprano se rompe la
fachada, y la energía desnuda triunfa,
otra voz se silencia y el espectáculo de la civilización continúa según sus
propias ilusiones mecanizadas.
Egotismo científico, superstición religiosa, hipocresía
académica, pretensión literaria, todos los filisteos de la mente.
Es la lucha desesperada por la liberación la que une a
Lautréamont a la comunidad de París, al surrealismo, a la revolución húngara de
1956 y a las insurrecciones que resuenan en todo el mundo.
Los historiadores literarios verán a Lautréamont, con la
exageración absurda e ingenua en cuanto a sus influencias, como " un
producto de su tiempo" o alguna
otra cierta evasión, escapándoseles el punto y situándolo
cronológicamente, ideológicamente, literario y geográficamente entre los
meridianos de sus propias incomprensiones. Nos aburrirán con la cháchara ociosa
relacionando ×"Les Chants de Maldoror×" a Maturin, Young, Proudhon,
Darwin, Marx, Byron, el ocultismo, el romanticismo, la revolución proletaria, y
el pensamiento científico. Todos estos estudios son en si interesantes, pero es importante observar que el propósito
principal de estos críticos es degradar a
Lautréamont, para excluirlo, para clasificarlo como poeta menor, una curiosidad,
situarlo en las franjas de una evolución ×"esencial" y rechazarlo de
este modo prácticamente del todo. Es precisamente esta inaceptable
"inaceptabilidad" en
Lautréamont lo que me atrajo inicialmente.
Lejos de las evasiones siderales de la vida cotidiana, de los
pequeños sí o no, los imperdonables quizás, lejos de todas las
piedras en los callejones de la realidad imaginada (tan empobrecida en
comparación a la imaginación desenvuelta), en las verdaderas fronteras del
sentido humano, más allá de los tensos sedales, de la en demasía adulada
facultad de razonar: ese anzuelo sin carnada -- hay guarniciones lejanas de
libertad.
Surrealidad: antes la provincia exclusiva de poetas,
"visionarios", usuarios de drogas, lunáticos; es la ambición de los
surrealistas tomársela y hacerla
accesible a cada uno. Surrealismo no es un "místico de otra parte", separado, idealista a
partir de la vida real: aquí, ahora, está aguardando el descubrimiento.
"La revolución en la consciencia." Los portales de la percepción. El
surrealismo insiste combativo, agresivamente en liberar esta surrealidad de los
velos de la estrecha ilusión realista. Rechaza automáticamente las realidades
limitadas del arte, literatura, filosofía, religión, política, ciencia.
Surrealismo es una percepción que consiste en una dislocación
sistemática de la realidad inmediata. Todo debe ser derrocado. Todo lo que
no exalta debe ser quemado.
Cansado de las pequeñas angustias de ciempiés intelectuales,
siempre en movimiento pero nunca
consiguiendo llegar a ningún lugar, aburrido de los pseudo-vertiginosos amagos
de litterateurs con ojos de linóleo y púlpitos en sus corazones, sirenas de niebla en sus cerebros.
Hay por lo menos calles que todavía mantienen una gran promesa, aunque los planificadores
de la ciudad están formulando rápidamente
un plan de obliteración, incluso
para este último refugio de la esperanza. Si es una gran desesperación la que
pesa sobre nosotros, es en parte porque
estamos hastiados de las
pequeñas desesperaciones que se han sostenido en el trono por tan largo
tiempo y que carecen de significado alguno.
Las cubiertas de demasiados libros parecen ser poco más que cubiertas
acomodando el vacío de sus páginas, a pesar de las oraciones, las palabras, las
letras. Es necesario "filosofar con
el martillo" (Nietzsche), haber terminado con todas las hipocresías
oficiales desde la superficie hasta el cuesco. En las ruinas esclarecedoras que
remite a nuestra eminentemente elegante y justificable ira, no es demasiado
lejano en la distancia que se abre antes
nuestros ojos un bosque de maravillas. Es allí donde aprendemos, por primera
vez, y con un entusiasmo que no conoce límites, "los secretos del arte
surrealista mágico", de la guerra de guerrillas a la alquimia, de la
revelación del peyote al humor negro. El cruce de cierta calle se convirtió en
el paraíso.
Las ruedas del mar están en el corazón de nuestras
matemáticas: la imaginación, reclamando su derecho propio, nuestra poesía: el
otro lado del espejo -- ¡qué insignificante es nuestra ×"realidad×"!
(esto es, lo que todos llaman realidad). Los revolucionarios no pueden tener
miedo de sus sueños: el inconsciente es el lugar de reunión más verdadero de la
colectividad: como Freud explicó. El inconsciente que tiende a lo poético y a
lo mítico es manipulado, refrenado, y controlado por las sociedades que no son
libres: sus productos se pervierten en religiones, dogmas, leyes e
inhibiciones.
Para cada ojo que ve hay muchas cosas a ver, sin mencionar
las muchas cosas no vistas --- aún. Si cada cruce de la mente es igualmente
peligroso de transitar, está claro que evadir lo invivible significa reclamar
lo no-visto, o, en términos más sencillos, ver por primera vez (esta visión que
mantiene las posibilidades salvajes de convertir nuestros sueños en realidad;
el ojo que lleva a la acción, igualmente actúa.)
Franklin Rosemont
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